Las medallas no son amuletos. Por eso no basta con tener una a la mano para alcanzar la salvación.
Las
medallas –y otros signos, como los
escapularios– están ligados a devociones con profundo significado religioso.
Y quien los lleva consigo ha de respaldar su devoción con la oración y con un
estilo de vida auténticamente cristiano.
La
medalla de san Benito es una de las más usadas por los católicos, incluso por
los jóvenes, quienes muchas veces no conocen su significado. Tiene de un
lado la Cruz de Cristo y del otro la imagen de San Benito Abad.
Se remonta a una época muy antigua y su origen se debe a la devoción
que el Santo profesaba al signo de la Cruz, mismo que recomendaba a sus
discípulos para que vencieran las tentaciones y para que ahuyentaran al
demonio.
La medalla no es un adorno para el vehículo ni un llavero cualquiera. Si
bien se trata de un signo que manifiesta la confianza en Dios, que protege del
mal a sus hijos, traerla consigo también requiere vivir en Gracia para mantenerse
alejado del demonio y de sus tentaciones.
El significado de las iniciales, en latín, es el siguiente:
“Crux Sancti
Patris Benedicti. Crux Sancta Sit Mihi Dux. Vade Retro, Satana. Numquam Suade
Mihi Vana Sunt. Mala Quae Libas, Ipse Venena Bibas”.
El texto,
traducido al español, significa:
“Cruz del Santo Padre Benito. La Santa Cruz
sea mi luz, no sea el demonio mi guía. ¡Apártate, Satanás! No sugieras cosas
vanas, maldad es lo que brindas, bebe tú mismo el veneno”.