México padece la guerra. La guerra que el gobierno declaró abiertamente al narcotráfico y al crimen organizado, y la que éstos desde hace tiempo mantienen con la sociedad.
Los periodistas también se encuentran en el campo de batalla. Han mantenido informada a la opinión pública sobre la situación y han fungido como mensajeros entre los dos frentes.
Sin embargo, también los medios han sido víctimas de la violencia. El día de ayer, 11 de diciembre, el diario mexicano El Universal refrescó la memoria de sus lectores con un reportaje titulado "La década en que reportear se volvió un oficio peligroso", en el que asegura que la guerra contra el narco fue el detonador de los crímenes contra periodistas, y en el que también publicó los números con "nombre y apellido": 14 son los asesinados en lo que va del año 2009 y 65 el total en la primera década de este siglo XXI.
La situación es grave y una solución nos urge a todos. Cierto que la estrategia que adoptó el gobierno ha generado más víctimas, pero tampoco se puede "cruzar de brazos", como tampoco ha cruzado los brazos la Iglesia Católica. Los Obispos de México están preocupados por esta realidad; el pasado 12 de noviembre ofrecieron la síntesis de un documento que se publicará a principios del ya cercano 2010, en el que de manera amplia y detallada se "explicitan las exigencias irrenunciables de la vida cristiana" ante la situación de inseguridad y violencia que se vive en este País.
El mensaje se dirige a los gobernantes, a quienes los Obispos invitan a "procurar verdaderamente la justicia, superando la corrupción y la impunidad". A los ciudadanos, exhortándolos a "hacerse responsables unos de otros, cuidándose y animándose mutuamente". De manera especial a las víctimas de la violencia en todas sus formas: "no están solos –dijeron–, los obispos, sacerdotes y agentes de pastoral nos comprometemos a acompañarlos en su dolor". Y finalmente a "los involucrados en este sucio negocio: a los productores, traficantes, comercializadores y consumidores, les hacemos un fuerte llamado: ¡YA BASTA! –enfatizaron–; ya no se dañen a sí mismos y ya no sigan causando tanto daño y dolor a nuestros jóvenes, nuestra familias y a nuestra patria".
El mensaje se dirige a los gobernantes, a quienes los Obispos invitan a "procurar verdaderamente la justicia, superando la corrupción y la impunidad". A los ciudadanos, exhortándolos a "hacerse responsables unos de otros, cuidándose y animándose mutuamente". De manera especial a las víctimas de la violencia en todas sus formas: "no están solos –dijeron–, los obispos, sacerdotes y agentes de pastoral nos comprometemos a acompañarlos en su dolor". Y finalmente a "los involucrados en este sucio negocio: a los productores, traficantes, comercializadores y consumidores, les hacemos un fuerte llamado: ¡YA BASTA! –enfatizaron–; ya no se dañen a sí mismos y ya no sigan causando tanto daño y dolor a nuestros jóvenes, nuestra familias y a nuestra patria".
Lo curioso es que ningún medio de comunicación hizo eco de este mensaje. Monseñor Gustavo Rodríguez Vega, Obispo de Nuevo Laredo y Presidente de la Comisión Episcopal para la Pastoral Social-Caritas, en una visita a los alumnos del Colegio Mexicano externó la negativa de los medios para hacer público este mensaje. Asegura que no lo hicieron o "por miedo, o simplemente porque no les interesa", porque sí estuvieron enterados.
Lo que los medios callaron es la preocupación de los obispos por la nación, el llamado a la conciencia de todos y sus palabras de esperanza, elementos presentes en el mensaje. Es otra más de las buenas noticias que no fueron tomadas en cuenta. Prefiero pensar que se les olvidó, o que los obispos no encontraron una mejor manera para despertar su interés, y no que los medios comiencen a resistirse a darle voz a la Iglesia Católica. Es sólo un mal pensamiento; esperemos que en la realidad las cosas sean diferentes.
Lo que los medios callaron es la preocupación de los obispos por la nación, el llamado a la conciencia de todos y sus palabras de esperanza, elementos presentes en el mensaje. Es otra más de las buenas noticias que no fueron tomadas en cuenta. Prefiero pensar que se les olvidó, o que los obispos no encontraron una mejor manera para despertar su interés, y no que los medios comiencen a resistirse a darle voz a la Iglesia Católica. Es sólo un mal pensamiento; esperemos que en la realidad las cosas sean diferentes.
"Piensa mal y acertarás"...¡Vaya con la sabiduría popular!
ResponderEliminarResulta triste ver cómo se difunde e informa solo aquello que "es noticia", es decir: que alimenta el morvo de la gente, que genera escándalo. Luego tenemos que es noticia el número de muertos por la causa que sea y que no es noticia la compasión y solidaridad expresada por la iglesia o cualquier otro grupo que manifieste una causa loable. ¿Que lo dejan de hacer por miedo o por falta de interés? yo creo que por lo segundo, ya que por lo primero se justificaría más en las notas que evidencian y comprometen datos poco favorecedores para los criminales (sean éstos del bando que sea). Considero que hemos llegado a un punto de insensibilidad tal, que no interesa ver lo bueno que puede surgir enmedio de tanta maldad, es como regodearnos en ese espacio de confort tan conocido y familiar que nos sigue garantizando una "identidad nacional". Sin embargo me consuela que solo se trata de mi opinión. Es mejor pensar que las familias de los periodistas se alimentan mejor con "una buena nota periodística" que con una Buena Nueva.