Hoy se recordó en el mundo a las víctimas de los campos de concentración nazi y el holocausto sufrido por millones de judíos durante la segunda guerra mundial. La fecha de esta Memoria responde al día en que el ejército soviético abrió las puertas del mayor campo de exterminio en Auschwitz (Polonia), el 27 de enero de 1945, liberando así a los pocos sobrevivientes que se encontraban en su interior en condiciones infrahumanas.
A 65 años de aquella liberación, personalidades de la política internacional tuvieron presente en sus discursos del día de hoy este drama sin precedentes, y en países como Italia se tomaron iniciativas significativas para conmemorar a los acaecidos, para condenar el genocidio y para motivar a las nuevas generaciones a no cometer los mismos errores del pasado.
Con este tipo de gestos y conmemoraciones, políticos, legisladores y autoridades de alto nivel han manifestado su "sensibilidad humana" ante el sufrimiento que todavía padece la comunidad hebrea, y sus condenas a este tipo de acciones sangrientas fueron categóricas y contundentes. Y estoy de acuerdo con ellos: Nadie tiene el derecho de atentar contra la vida ni hacer algo que vaya contra la dignidad de la persona o de alguna comunidad.
Lo que me causa sorpresa es que muchos de ellos sólo aplican este principio cuando se trata de juzgar a personas y acciones del pasado. No creo que no se den cuenta que en el presente se siguen cometiendo exterminios de otro tipo que incluso ellos mismos pudieran evitar. El trato deshumano a los migrantes; la promoción y justificación del aborto; la experimentación con células embrionarias... ¿No son acaso lo mismo?