jueves, 30 de junio de 2011

Católicos devotos, ciudadanos responsables

Participar en las elecciones es cuestión de responsabilidad. Por el bien de todos, el católico no puede permanecer indiferente ante la política. Su fe lo compromete a colaborar en el bien del País emitiendo su voto libre, secreto y razonado.

Nayarit es uno de los seis Estados con elecciones en los próximos días. Su cercanía con Jalisco nos ha permitido observar las campañas de candidatos con deseos tremendos de servir al pueblo y con la fórmula secreta para lograr el desarrollo y el bienestar social. Los candidatos y sus propuestas han suscitado la confianza en muchos, han sembrado la duda en otros y han provocado la indiferencia en más.

El ambiente político de nuestro vecino Estado es una muestra de lo que viviremos a nivel nacional el próximo año. Y no sería justo, ni moral, ni evangélico, que la indiferencia política resultara vencedora en las elecciones.

La enseñanza social de la Iglesia es clara al respecto. El Papa y los Obispos han insistido en la participación activa de los católicos en la vida pública. A pesar de lo incómodo que resultan sus palabras para ciertos grupos sociales, exhortan a los fieles para que se afilien y voten libremente por el partido político y por el candidato que mejor responda al bien común de la sociedad sin contradecir sus convicciones morales y religiosas.

Son claros en afirmar que la vida social en un sistema político democrático no podrá desarrollarse en forma pacífica y provechosa sin la participación activa, responsable y generosa de todos. 



El voto es un medio para manifestar nuestra aprobación o desaprobación a los candidatos, a los partidos políticos, a los programas que ofrecen y a su desempeño en el gobierno. 

Por eso debe ser razonado, personal, libre y secreto.

Necesitamos legisladores y gobernantes honestos y desinteresados, capaces de construir el bien común. "No debemos dar cabida a la apatía cívica, que nos podría conducir a una falta de liderazgos eficaces y a que nuestras instituciones no fueran verdaderamente representativas de la voluntad colectiva del pueblo mexicano".

La solución a la corrupción no es abandonar la política, sino participar activamente en ella con principios cristianos.


Publicado en PROFETA, "Mensajero de la Divina Providencia", Edición de Julio 2011.

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