Bastaron pocos minutos para que Benedicto XVI demostrara a los críticos de nuestra nación que estaban equivocados. Su emotiva bienvenida evidenció a un Papa cercano, tierno y cariñoso, y a un México que ama y respeta al sucesor de san Pedro.
Los prejuicios en torno a su persona, las dudas sobre el éxito de su visita y las comparaciones con su predecesor Juan Pablo II se esfumaron cuando el Papa alemán confirmó la elocuencia de su primer mensaje con los gestos afectuosos y sinceros que tuvo con los niños con que se encontraba a su paso.
Era necesario que el Papa visitara nuestro País para que muchos mexicanos conocieran su auténtico rostro.
La emoción contagió incluso a los periodistas. Hasta los más adversos a la Iglesia Católica se manifestaron sorprendidos cuando observaron los cálidos detalles de quien anteriormente habían definido como un Papa distante, cuadrado y antipático a las masas.
Su primer encuentro con los mexicanos fue una muestra de lo que nos espera durante este fin de semana, en el que sin duda continuará sorprendiéndonos. Sigamos con atención los pormenores de esta visita histórica. No faltarán las agresiones, los comentarios viscerales y las comparaciones, pero lo más seguro es que también el Papa Ratzinger conquistará los corazones de México. Ha ocurrido en otros países y estoy seguro que el nuestro no será la excepción.
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