Por fin la propaganda política nos regaló seis semanas de respiro. Los candidatos deberán guardar silencio hasta el día 30 de marzo, mientras tanto no podrán hacer proselitismo ni hablar mal de sus contrincantes.
La guerra mediática de las pre campañas fue sólo una probadita de lo que nos espera en las campañas electorales.
El panorama pinta difícil, pero el mundo de información que se nos viene encima no debe saturar nuestra mente ni empañar nuestra capacidad de análisis. Se antoja aprovechar este silencio electoral para examinar con cuidado los principios de los partidos y repasar con calma los discursos de sus candidatos, que sin duda seguirán el mismo guión que usaron anteriormente.
Algunos criterios de juicio para optar por una postura política son: el respeto por la vida humana, desde su concepción hasta su término natural; la tutela y promoción de la familia, fundada en el matrimonio de un hombre y una mujer y protegida en su unidad y estabilidad; la libertad de los padres en la educación de sus hijos; la liberación de las víctimas de las formas modernas de esclavitud, como las drogas y la prostitución; la libertad religiosa; el desarrollo de una economía que esté al servicio de la persona y del bien común; el respeto a la justicia social y la búsqueda de la paz.
Ha de quedar claro que “ningún partido representa a la Iglesia y los católicos pueden militar o dar su voto libremente al partido o al candidato que mejor responda a sus convicciones personales, con tal de que sean compatibles con la ley moral natural y que sirvan sinceramente al bien común de la sociedad” (obispos de México).
Publicado en Profeta, marzo 2012
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