La
imagen del maestro se ha visto afectada por la conducta irracional de algunos
maestros mexicanos. Huelgas, plantones y ataques violentos –registrados recientemente–
han provocado cierta desconfianza hacia quienes ejercen esta profesión y que anteriormente
se contaban entre las personas más educadas, respetuosas y cultas de la
sociedad.
Gracias
a Dios todavía son más los buenos maestros. Los maestros responsables. Los que
con su compromiso constante garantizan la educación de las nuevas generaciones.
Los que se actualizan con frecuencia y no le temen a las evaluaciones. Los que
defienden sus derechos con la razón y de manera educada y no a través de la
violencia ni ausentándose del salón de clase por largos períodos.
Por
ellos vale la pena celebrar el Día del Maestro. Los felicitamos por desempeñar
su profesión con calidad, por servir con consciencia a la sociedad y por sentirse
verdaderamente formadores de personas, pues la tarea de un maestro no se reduce
solamente a transmitir información en las aulas o a desarrollar ciertas habilidades
en sus alumnos.
Bien
decía el Concilio Vaticano II que entre todos los medios de educación el de mayor
importancia es la escuela. Pues al mismo tiempo que cultiva las facultades
intelectuales de los alumnos desarrolla la capacidad del recto juicio, los introduce
en el patrimonio de la cultura, promueve en ellos el sentido de los valores, los
prepara para la vida profesional y fomenta entre ellos el trato amistoso. Por
eso los maestros son los principales colaboradores de los padres de familia y
su vocación es de grande importancia para la gran familia humana.
Publicado en PROFETA