En Navidad celebramos que Dios entró en nuestra historia. Que “en Jesús Dios
se encarnó, se hizo hombre como nosotros, y así nos abrió el camino hacia el
Cielo, hacia la comunión plena con Él” (Benedicto XVI, 9 de enero 2013).
En Navidad celebramos que Dios quiso hacerse humano en el seno de una familia.
Y ahí, en su familia, Jesús aprendió a pronunciar palabra y a dar sus primeros
pasos; a obedecer y a trabajar; a orar y a cumplir la Ley. En su familia Jesús conoció
el valor de la verdad, del amor y la justicia; el valor del respeto, de la
solidaridad y de la paz.
La Navidad es un tiempo especial para celebrar en familia. Pero también
para contemplar las virtudes de la Sagrada Familia de Nazaret, que hoy más que
nunca se convierte en modelo de toda familia humana.
La
Navidad es un tiempo para recordar que “la familia es un fundamento
indispensable para la sociedad y los pueblos, así como un bien insustituible
para los hijos, dignos de venir a la vida como fruto del amor, de la donación
total y generosa de los padres.
Como
puso de manifiesto Jesús honrando a la Virgen María y a San José, la familia
ocupa un lugar primario en la educación de la persona. Es una verdadera escuela
de humanidad y de valores perennes” (Benedicto XVI, 19 de enero 2009).
Celebremos
en familia el nacimiento de Jesús. Y dispongamos nuestro corazón para que
renazcan en él los valores que Jesús aprendió en su familia: la
verdad, el amor y la justicia; el respeto, la solidaridad y la paz.
Publicado en Profeta.
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