Benedicto XVI se despide de la misma manera que ejerció su
pontificado: sereno, discreto y profundo.
Esta mañana se encontró con 144 Cardenales en la sala
Clementina del palacio apostólico, en el Vaticano. Ahí saludó a quienes hasta
el día de hoy fueron sus más cercanos colaboradores.
En su breve discurso les agradeció su cercanía y su consejo,
reflexionó sobre la Iglesia y sobre la unidad del Colegio Cardenalicio y al
final prometió obediencia al nuevo Pontífice.
A continuación comparto un extracto del discurso. El
original –hasta este momento– sólo está en italiano. La traducción es mía:
“Venerados y estimados
hermanos…: Su cercanía y su consejo fueron de grande ayuda en mi ministerio. En
estos ocho años vivimos con fe momentos bellísimos de luz radiante en el camino
de la Iglesia, aunque también momentos en los que alguna nube opacaba el cielo.
Podemos agradecer al
Señor que nos hizo crecer en la comunión y juntos pedirle que les ayude a
crecer en esta unidad profunda, de modo que el Colegio de los Cardenales sea
como una orquesta, donde la diversidad –expresión de la Iglesia Universal–
tienda siempre hacia una armonía más grande.
Quisiera dejarles un
pensamiento sencillo sobre la Iglesia, sobre su ministerio, que constituye para
todos nosotros la razón y la pasión de la vida…: La Iglesia no es una
institución inventada o diseñada en el escritorio, sino una realidad viviente.
Ella vive y crece en el tiempo, como todo ser viviente, transformándose… Sin
embargo, su naturaleza es siempre la misma y su corazón es Cristo.
Permanecemos unidos,
queridos Hermanos, en este ministerio: en la oración, especialmente en la
Eucaristía cotidiana. Y así serviremos a la Iglesia y a toda la humanidad. Esta
es nuestra alegría, que nadie nos puede quitar.
Antes de saludarlos
personalmente, deseo decirles que estaré cercano a ustedes en la oración,
especialmente en los próximos días, para que sean plenamente dóciles a la
acción del Espíritu Santo en la elección del nuevo Papa. Que el Señor les
muestre su Voluntad.
Y
entre ustedes, entre el Colegio Cardenalicio, se encuentra también el futuro
Papa, a quien ya desde hoy prometo mi incondicional reverencia y obediencia”.