domingo, 17 de agosto de 2014

El rey Saúl y las consecuencias de su descuido


Una de las figuras más trágicas del Antiguo Testamento es Saúl, el primer rey del pueblo de Israel. Cando surge del anonimato aparece como un hombre bueno y preocupado por la suerte de su pueblo, pero en el ejercicio de su autoridad se deja influenciar por las circunstancias, por su temperamento inestable y por sus celos hacia la persona de David.

Palestina. Año 1030 a.C.
En esa época el pueblo de Dios sobrevive gracias a una organización de confederación de las tribus, pero de forma insolidaria. Sólo en algunas ocasiones se ayudaban unas a otras. Pero llegó el momento en que se enfrentaron a un enemigo común: los filisteos.
Los filisteos explotaban a las tribus de Israel de muchas maneras: les quitaban su comida y sus ganados y les cobraban cuota de todo.
Entonces los ancianos del pueblo, mirando la organización de las naciones vecinas, le piden a Samuel ­–el último de los jueces– que les dé un rey para que los defienda.
En un principio Samuel no estaba de acuerdo con la idea, pero actuando conforme a las instrucciones que recibe de Dios accedió a la petición, no sin antes advertirles las inconveniencias de la monarquía. Las inconveniencias eran, por ejemplo, que el rey los haría labrar sus campos, segar su cosecha y fabricar sus armas de guerra; tomaría a sus hijas para que trabajaran en el palacio y les pediría el diezmo.
Pero el pueblo se mantuvo firme en su insistencia y Samuel les dio al rey que pedían.

El inicio de la monarquía
Saúl era un joven de la tribu de Benjamín, una de las más pequeñas de las 12 tribus de Israel.
A decir del texto bíblico, un día, mientras Saúl buscaba unos animales que se le habían perdido, se encontró con Samuel, quien le anuncia que Dios lo había elegido como rey de Israel.
Samuel unge a Saúl en secreto y posteriormente lo presenta al pueblo, pero Saúl regresa a su hogar a realizar sus actividades cotidianas.
Tiempo después Saúl asumió su papel como líder de su pueblo. Tuvo algunos éxitos iniciales contra los amonitas y los amalecitas, pero su verdadera prueba fue cuando los filisteos realizaron una invasión masiva contra los israelitas, y gracias al coraje de su hijo Jonatán se consiguió la victoria.
Sin embargo, a pesar de la gran victoria, Saúl se apartó del proyecto de Dios y tomó decisiones que más tarde le costarían su lugar en el trono.

Las consecuencias de su descuido
Samuel, viendo los desaciertos de Saúl, fue enviado por Dios a Belén y ungió en secreto a David.
El primer contacto entre estos dos grandes hombres fue debido a una extraña enfermedad de Saúl. Al principio, Saúl le tuvo afecto a David y lo convirtió en su escudero. Pero después de su victoria sobre Goliat empezó a tenerle envidia, hasta el grado de querer matarle.
De hecho, buena parte del reinado de Saúl consistió en perseguir a David para que no le usurpara el trono, descuidando los auténticos problemas de gobierno y permitiendo que los filisteos se reforzaran e invadieran de nuevo a Israel y le ganaran la batalla.
Entonces Saúl, viendo que todo estaba perdido, en su desesperación se arrojó sobre su propia espada.

Los aciertos
La vida de Saúl como rey fue sencilla y modesta, comparada con las extravagancias de otros reyes orientales de su tiempo.
 Ciertamente su personalidad aparece contradictoria, pero hemos de reconocer que sin sus victorias militares el reino de Israel no hubiera subsistido. Aunque en realidad, las acciones de Saúl sólo sirvieron para abrirle paso a David y permitir que surgiera la época de oro de la monarquía israelita.
Publicado en Vallarta Opina, Agosto 11 2014.

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