Los Evangelios relatan que Jesús llamó a 12 hombres para
que fueran sus compañeros y colaboradores cercanos. De distinta procedencia,
profesión y temperamento, los 12 escucharon la predicación de su Maestro y
fueron testigos de sus obras.
Desde que fueron llamados, la vida de los discípulos
cambió por completo. Acompañar a Jesús en sus viajes, escucharlo de viva voz y
ser testigos de la acción de Dios que transformaba la situación de muchos, fue
moldeando la personalidad de este pequeño grupo y provocó que hicieran suyo el
estilo de vida de Jesús.
Sólo uno de los 12 permaneció indiferente: Judas
Iscariote. También él fue llamado por Jesús. De hecho era el ecónomo del grupo.
Pero terminó entregando a su Maestro a cambio de 30 monedas y finalmente optó
por un camino que lo condujo a la muerte.
UNA ELECCIÓN SIN FRAUDE
Después de la resurrección, el grupo de los
Apóstoles quedó reducido a once. Antes de partir, Jesús les había dicho
que no se alejaran de Jerusalén, sino que esperaran ahí una señal prodigiosa
del cielo. Pero también recordaron que
Jesús les había anunciado que a su regreso glorioso los doce se sentarían sobre
doce tronos para regir a las doce tribus de Israel.
Entonces
Pedro, que era la cabeza de la comunidad, externó la necesidad de que se
eligiera a alguien para que se completara el grupo inicial. Alguien que, como
ellos, hubiera seguido a Jesús desde el día de su bautismo hasta el momento de
la ascensión.
Después
de meditarlo propusieron dos nombres: uno era José y el otro era Matías. Y
echaron suertes para que fuera Dios quien confirmara la elección.
Así
fue como Matías entró en escena. Y a partir de entonces se convirtió en uno de
los Doce Apóstoles.
DIOS LLAMA EN MEDIO DE LAS NECESIDADES
Matías
representa al católico de todos los tiempos. En la Iglesia y en la sociedad siempre
hay necesidades que urgen el compromiso y la acción concreta de todos los fieles.
Hoy,
como en aquellos tiempos, Dios sigue llamando en medio de las necesidades. Y los
llama a todos: a sanos y a enfermos, a personas con
grandes cualidades y a las de capacidad modesta; a los que poseen riquezas y a
los que menos tienen; a los jóvenes, a los ancianos y a los de edad madura.
Pero
también hoy, como pasó con Judas, el cristiano está expuesto a la indiferencia,
a la tentación y a la traición. Y el único modo de prevenir esas actitudes es ponerse
siempre del lado de Jesús y asumir su punto de vista.
“Aunque en la Iglesia no faltan cristianos indignos
y traidores, a cada uno de nosotros corresponde contrarrestar el mal que ellos
realizan con nuestro testimonio fiel a Jesucristo” (Benedicto XVI).
Publicado en Vallarta Opina, Mayo 26 2014
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