La resurrección de Lázaro es el milagro más
importante realizado por Jesús en su vida terrena. Milagro que ratifica a Jesús
como la Resurrección y la Vida, provocando que muchos judíos creyeran
en Él y desatando la ira de la máxima autoridad de ese pueblo, quienes empezaron
a confabular en su contra hasta el grado de darle muerte en la cruz.
TRANQUILIDAD
ANTE EL SUFRIMIENTO
Lázaro era un judío que vivía en un poblado
llamado Betania. Se encontraba muy cerca de Jerusalén. Era hermano de Marta y
María. Los tres, amigos muy queridos por Jesús.
Al parecer Lázaro no gozaba de buena salud.
Y cuando sus hermanas se percataron de la gravedad de su estado comunicaron la
noticia a Jesús, con la esperanza de que pronto acudiera en su auxilio.
Jesús, en cambio, toma la noticia con
calma. No se altera ni se angustia, sino que continúa tranquilamente haciendo
el bien en el lugar donde se encuentra.
LA DECISIÓN DE
ENFRENTARSE CON LA MUERTE
Cuando
Jesús creyó conveniente tomó la decisión de visitar a su amigo enfermo. Y los
discípulos, conociendo la cercanía de Betania con Jerusalén, trataron de
persuadirlo. Sabían que las autoridades judías habían atentado contra Jesús en
más de una ocasión, y ahora temían por su vida.
Pero
había llegado la hora. La hora de manifestarse como Señor de la Vida y de
ofrecer la propia vida como rescate por muchos.
En
efecto, la partida hacia Betania es al mismo tiempo la marcha hacia la pasión.
“YO SOY LA RESURRECCIÓN Y LA VIDA”
Cuando
Jesús llega a su destino se encuentra con las hermanas del difunto, quienes en
cierta manera reclaman su tardanza. Pero Jesús, seguro de sí mismo, también
reclama su falta de fe.
La
situación se torna crítica. Lázaro no sólo ha muerto, sino que lleva cuatro
días en el sepulcro. Y es que según la concepción judía el alma de un difunto
regresa durante los tres primeros días a la tumba, contando con un reencuentro
con el cuerpo muerto para separarse después definitivamente. Lo cual quiere
decir que para Lázaro ya no había esperanza alguna.
Sin
embargo, para Jesús las cosas son distintas. Si bien se estremece y llora por
la muerte de su amigo, es más grande su confianza en su Padre Dios.
Y SUCEDE EL MILAGRO
Después
de agradecer a su Padre, porque siempre lo escucha, Jesús indica que retiren la
piedra que tapaba el sepulcro, ordena a Lázaro que salga de la tumba y pide a
los asistentes que le quiten las vendas que cubrían su cuerpo sin vida.
Y
sucede el milagro. Lázaro vuelve a la vida. Los presente atónitos creen en
Jesús. Y las autoridades temerosas comienzan a planear su muerte.
EL CAMINO A LA VIDA QUE NO SE ACABA
La
resurrección de Lázaro es la más alta e insuperable de todas las “señales”.
Aquí no se trata de la curación de un enfermo, sino de la resurrección de un
muerto que lleva cuatro días en la tumba. Es la “señal” que apunta al propio
Jesús como la resurrección y la vida.
El
milagro pone de manifiesto que el camino de Jesús no es un camino hacia la
muerte, sino un camino que, a través de la muerte, conduce a la glorificación,
a la resurrección, a la vida.
Jesús
es el vencedor de la muerte. Jesús en persona es la resurrección y la vida. Y
lo sigue siendo para todos aquellos que a pesar del sufrimiento, de la
enfermedad y de la muerte ponen su confianza en Él.
Publicado en Vallarta Opina, Julio 21 2014
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